Imágenes de finales de verano en Nueva York.

Fort Tryon Park, en el alto Manhattan, es otro de esos espacios llenos de árboles y vistas espectaculares del río Hudson.

 

 

Algunas piezas de Los Claustros, dedicado al arte medieval, en su mayoría, arte religioso. Esculturas en diversos materiales, biblias manuscritas y bellamente ilustradas, retablos trípticos, dípticos y vitrales son algunas de las obras que se exhiben en esta sede del Museo de Arte Metropolitano.

 

 

Vistas desde el recorrido del río Hudson donde puede verse el edificio del Empire State desde distintos puntos.  En el bajo Manhattan predomina su nuevo ícono, el One World Trade Center y,  del otro lado,  la Dama de la Libertad se convierte en la reina del paisaje.

 

 

Un poco más del magnífico Museo de Historia Natural.

 

 

La vista del skyline de Manhattan desde el aeropuerto de Newark, situado en Nueva Jersey y los últimos destellos del sol antes de caer la noche, vistas desde el avión, a poco tiempo de mi arribo a Panamá.

 

Imágenes de inicios del verano en Nueva York.

En los Estados Unidos, el verano es sinónimo de béisbol, en todas sus categorías, así que ¿qué mejor forma de iniciar nuestro paseo que con una visita a la catedral del béisbol?  Nuestro tour por el Yankee Stadium inició con una visita al museo de este equipo lleno de recuerdos de su larga y exitosa existencia, incluyendo el único juego perfecto en la historia de las series mundiales.

 

Después del museo, un recorrido por el estadio, incluyendo el dugout y, por último, el Parque de los Monumentos, donde se encuentran los números y placas de los peloteros más importantes de la franquicia.

 

Nueva York tiene muchas joyas arquitectónicas, como el edificio Chrysler, uno de los más bellos de la ciudad.  También ostenta mucha arquitectura contemporánea, en nuevas torres que se levantan alrededor de la ciudad, creando maravillosos contrastes visuales.  Pero nunca es más llamativa y excitante que en la noche, cuando exhibe todas sus luces.

 

El High Line Park, uno de mis favoritos en Manhattan, con su vegetación nativa totalmente reverdecida, sus instalaciones de arte y los muy distintos e interesantes ángulos que presenta de la ciudad, el río Hudson y la ribera del vecino estado de Nueva Jersey.

 

Y, por supuesto, no podía faltar Bryant Park, patio trasero de la hermosa Biblioteca Pública de Nueva York.  Un parque en el que se desarrollan más de una docena de actividades distintas, simultáneamente, en un espacio de apenas dos cuadras.  Otra joya de Midtown que no dejo de visitar en cada uno de mis viajes a la ciudad.

Espero que disfruten estas imágenes del principio del verano neoyorquino tanto como yo, mientras preparo la siguiente entrega con vistas de finales de ese verano, inolvidable para mí.

¡Hasta la próxima!

Mi primer viaje sola – II parte

Aún me quedaban tres días completos en la ciudad de Nueva York, pues viajaría de vuelta a casa el sábado, por lo que aprovecharía muy bien ese tiempo para explorar lugares nuevos para mí.

El miércoles, me dirigí a Chinatown, en busca de un artículo de manufactura china que me había encargado mi hermana.  Hasta ese momento,  sólo había pasado por allí en autobús,  Allí me encontraría con una amiga que trabajaba cerca, ella me guiaría en ese mundo laberíntico que, en aquella primera exploración, me preocupaba recorrer sola.

Lo primero que hicimos fue ir a almorzar, algo temprano pues ella debía volver al trabajo dos horas después.  Nos metimos a un sitio que, como muchos en el área, trabajan sólo con efectivo, pero con los precios tan bajos de la comida, no era necesario usar tarjeta.  El estilo de servir la comida era distinto al que estoy acostumbrada.  Sirven dos tipos de carne con arroz o tallarines y vegetales al vapor, todo servido en un típico bol chino, de los que acá usamos para sopa.  La comida estuvo deliciosa, sustanciosa y económica, qué mejor combinación que esa.  Nos gustó tanto que, en viajes futuros, volvería con ella y también por mi propia cuenta, a comer en este lugar, en cada oportunidad en que pudiera seguir explorando el barrio chino.

Luego de almorzar, recorrimos una parte del barrio en busca del encargo, que no tardamos en conseguir y de allí nos dirigimos a SoHo, donde mi amiga trabajaba.  Allí sí había estado en junio, en un tour de compras.  Es un barrio de vieja data, con una historia fascinante, lleno de tiendas de lujo y cafés hip.  Me despedí de mi amiga y me fui a la estación de subway, pero como este es un barrio intrincado, terminé entrando a otra, aunque igual llegaría a mi destino, que era lo importante.

Me dirigí a la calle 32 a inspeccionar un par de hoteles, ambos pertenecientes al mismo grupo del que me estaba hospedando.  Al área la llaman Koreatown y está llena de negocios, especialmente restaurantes, coreanos.  Al principio me asustó un poco el área, pues había muchísima gente caminando en ambas direcciones, pero los hoteles eran muy cómodos y seguros.

El área me pareció una mejor alternativa que la calle 46, pues es más céntrica, a unos pasos de una de las principales áreas comerciales con todas las grandes cadenas de tiendas de Herald Square y la calle 34, muchos restaurantes y, sobre todo, con menos cierres que impidieran la entrada de vehículos por ferias y desfiles durante el verano, excepto los desfiles que pasaban por la Quinta Avenida, pero como era una cuadra corta, por estar atravesada por Broadway, no era tanto lo que habría que caminar para abordar un vehículo.  Además, era un área de alto tráfico hasta altas horas de la noche, por la afluencia de gente a los restaurantes, lo que la hacía muy segura y conveniente si llegaba uno tarde y con hambre después de un largo día de caminar, cosa que no tenía la 46 que es un área de negocios, por lo que de noche no era muy transitada y los restaurantes cerraban algo temprano.

Edificio Empire State visto desde la azotea de uno de los hoteles inspeccionados y desde la calle 34 con la Séptima avenida.

Por supuesto, luego de visitar los hoteles, aproveché que estaba en el área para hacer algunas compras en mis tiendas favoritas.  Al finalizar, volví a mi hotel a dejar las compras y tomar la cámara para irme a dar un paseo en ferry.  Caminé desde el hotel hasta el puerto…un largo camino desde la Sexta hasta la Duodécima avenida, pasando por Restaurant Row y luego por varios de los muelles, incluyendo el de la línea de Circle Line, pues el mío estaba a la altura de la calle 38 y yo caminé desde la 46…pero un paseo interesante y con bellos paisajes a lo largo del río Hudson.

Intrepid Sea, Air & Space Museum y muelles a lo largo de la Duodécima avenida. 

Tomé un crucero de 90 minutos que salía a las 6:00 de la tarde y hacía la travesía hacia el Bajo Manhattan, pasando por la Estatua de la Libertad y debajo del puente de Brooklyn para luego girar y volver al puerto, con una hermosa puesta de sol en el camino de retorno.  Un magnífico paseo para cerrar con broche dorado, literalmente como verán en la foto, otro gran día en la gran ciudad.

Las vistas desde el ferry en el que tomé el crucero.

El jueves amaneció lluvioso y con temperaturas algo bajas.  Me costó un poco salir de la cama por el cansancio de las largas caminatas del día anterior combinado con un poco de frío.  Bajé tarde y ya había concluido el desayuno, así que me dirigí a un café que había visto en la Quinta, unas cuadras más abajo.  Buena decisión, es el mejor café que me he tomado en la ciudad…Starbucks debería pedirles la receta!

Ya con renovadas energías, tenía que decidir cómo pasar este día lluvioso, pero no tenía ganas de ir a museos, por lo que me decanté por hacer algunas compras en unas tiendas que me habían recomendado y desconocía.  Esperé un buen rato por el autobús, no estaban a tiempo ni estaban haciendo la ruta completa, así que me bajé en la calle 23 y caminé las cinco cuadras que me separaban de mi destino en la popular y muy comercial avenida Sexta.  Las tiendas estaban todas en un mismo edificio, una especie de pequeño mall, así que no tenía que ir de una a otra en la llovizna y logré algunas buenas compras, a pesar de que ya casi toda la oferta era de ropa de otoño/invierno.  Eventualmente, dejó de llover antes de que regresara al hotel, pero mis pies necesitaban un descanso, por lo que me retiré, relativamente, temprano.

El viernes, aún sentía algo del cansancio físico de quien no acostumbra caminar tanto y volví a levantarme tarde para alcanzar el desayuno.  De todos modos, mi cuerpo pedía proteínas por lo que me fui a un deli a comer unos buenos huevos a la Benedict, lástima que el Olympic Deli había cerrado sus puertas, lo extrañé, pero este nuevo lugar llenaba el cometido.

Tomé el metro hacia el norte para ir a mi primera visita al Museo de Historia Natural, con toda la intención de ir al planetario.  Qué decepcionante fue recibir la noticia de que este último se encontraba cerrado temporalmente por remodelaciones.  Me tuve que conformar con sólo las exhibiciones regulares del Museo.  Pero no piensen que es poca cosa, es uno de los mejores museos en su género en el mundo.  Recorrí varias salas, incluidas las de mamíferos de Norteamérica y Africa, la los animales prehistóricos, parte de la de los indígenas norteamericanos y, mi favorita que fue la del origen del hombre, donde explica lo que se ha descubierto de la evolución humana.  La tienda del museo me encantó, especialmente la planta superior (la inferior era la de niños).  Había toda clase de artículos, adornos, joyas, libros, camisetas, juegos de ajedrez y damas…bellezas!!

Cuando salí del museo, tomé el autobús que atraviesa la ciudad de oeste a este por la calle 86 para llegar a la Quinta avenida, pensando que aún tenía un par de horas libres, pues al final de la tarde debía encontrar con mis amigas para ir a cenar.  Entré un rato al Parque Central, haciendo tiempo antes de tomar el metro.  Al terminar la cena, por un comentario que hice, me corrigieron la hora y resulta que, al parecer me puse un reloj al que no le había cambiado la hora y había andado una hora tarde durante todo el día.  Había llegado tarde a nuestro encuentro y ni siquiera me había percatado, qué pena!

El día de mi regreso a casa, debía estar lista a mediodía para dejar el hotel.  Ya tenía arreglado mi traslado al aeropuerto, pero al salir del hotel me encontré con que la calle estaba cerrada…otra vez!  Había un desfile por la Quinta y tenía que recorrer toda la calle hasta la Sexta para abordar el vehículo, que ya había llegado, pero no podía entrar.  Esa fue la gota que derramó el vaso, definitivamente, no podía volver a alojarme en ese hotel, por mucho que me gustara, por ese tipo de complicaciones.

Finalmente, llegué al aeropuerto con tiempo de sobra, pues nos tomó menos de una hora llegar a Nueva Jersey.  Ya estaba registrándome cuando mi mamá y mi hermana llegaron.  Luego de deshacernos del equipaje, nos fuimos a almorzar.  ¡Qué buena que estuvo la comida!  Definitivamente, Newark ha mejorado muchísimo su oferta al viajero.

fullsizeoutput_33eHermosa puesta de sol vista desde la ventanilla del avión. ¡Mejor, imposible!

Unas cuantas horas después, ya estaba en casa, rememorando y alegrándome de haber aprovechado la oportunidad de hacer este viaje, por mi cuenta.  Fue una experiencia increíble que me encantó y he vuelto  a repetir en varias ocasiones, ya sea viajando sola o quedándome unos días adicionales por cuenta propia, cuando he viajado con otras personas.  Esas aventuras se las relataré más adelante.

¡Hasta la próxima!

Mi primer viaje sola – I parte

Había transcurrido un mes desde de que volví de NYC, cuando mi mamá y mi hermana me dicen que piensan ir de viaje a las montañas de Pennsylvania y para llegar, deben viajar a Nueva York y de allí conducir a su destino.  No me interesaba ir a un resort de montaña, pero pensé que no era mala idea irme con ellas a Nueva York, quedarme en la ciudad por mi cuenta y encontrarme con ellas el día del retorno para volar juntas de vuelta a casa…y así es como, sin planearlo, hice mi segundo viaje de ese año a Nueva York, que resultó ser mi primer viaje sola.

Era domingo de inicios de septiembre y coincidió con el fin de semana de Labor Day, además de la celebración de la independencia de Brasil, por lo que al tratar de llegar al hotel, nos encontramos con que la calle está cerrada desde la Quinta Ave. hasta Broadway.   Tuve que bajarme del auto en Broadway y caminar dos cuadras largas, cargando equipaje, mientras esquivaba puestos de comida y miles de brasileños que bailaban, comían y bebían en la calle 46, mejor conocida como Little Brazil, la calle de mi hotel.

Luego de instalarme, bajé a comer algo y ver un poco de la fiesta, pero la verdad, era demasiado para mí, así que seguí por la Sexta Ave. y recorrí la feria que hacen cada domingo de verano, haciendo tiempo para la hora de ir a encontrarme con mis amigas en uno de los descansos peatonales de Broadway.  De allí, nos fuimos a cenar comida china a Hells Kitchen y volvimos a Broadway para juntarnos con mi primo que nos encontraría al salir del trabajo.   Como siempre, la pasé muy bien, recordando buenos tiempos y escuchando las  anécdotas de cada cual.   Casi a medianoche, nos separamos y cada uno tomó su camino a casa.

Al día siguiente, fui a comprar una tarjeta local para mi móvil y luego tomé el subway para dirigirme a Rego Park en Queens, donde me encontraría con una de mis amigas para ir de compras.  No conocía el lugar, pero me gustó mucho, es muy cómodo y con todas las tiendas de descuento en un sólo mall!  Y por si fuera poco, dos malls adicionales a corta distancia.   Si bien, todas esas tiendas están en Manhattan, no quedan en el mismo sector ni están tan bien organizadas como allí, tal vez porque disponen de menos espacio. Me tomó media hora en subway, pero ese día era festivo, habría que ver en días regulares como es el movimiento.   Sin embargo, no deja de ser una buen opción cuando uno no encuentra lo que busca en las tiendas del centro o para explorar otras posibilidades.

High Bridge Park, Water Tower, Río Harlem.

El martes, me encontré con mi primo para ir al High Bridge, un puente peatonal que conecta el Bronx a Manhattan y que, luego de una restauración, habían reabierto tres meses antes.   Fuimos al Bronx en subway y luego nos dirigimos, a pie, al High Bridge Park para llegar al puente.    El puente en sí  es fácil de pasar, subir de la estación del Subway al pie del puente fue la parte difícil por las lomas. Del otro lado, 95 peldaños de escalera para llegar a la torre y luego bajar para salir a Washington Heights.   Ni un día entero de gimnasio supera tanto ejercicio…y al sol!!

Tryon Fort Park y alrededores de The Cloisters.

En Washington Heights tomamos un taxi hasta Tryon Fort Park desde donde se divisa la costa del vecino estado de Nueva Jersey.  Dentro de este parque se encuentra The  Cloisters (Los Claustros), rama del Museo Metropolitano dedicada al arte, arquitectura y jardines de la Europa Medieval.  La mayor parte del contenido del museo es arte religioso, lo mismo que el corazón de la edificación que son claustros de un monasterio francés de la época, si mal no recuerdo.  El salón de los gobelinos fue mi favorito, especialmente los dedicados a los unicornios.  Es un edificio con los espacios perfectos para las bellísimas obras que se exhiben, y los jardines son de una belleza muy serena y relajante.  Al finalizar el recorrido, tomamos un autobús con la idea de bajarnos cerca de una estación de subway, pero cambié de opinión y decidí hacer todo el camino en el autobús, pues me permitía “conocer de vista” áreas de la ciudad que es posible que no visite nunca.  Mi primo se bajó cerca de su casa, pues tenía que ir a trabajar, yo seguí en el bus hasta llegar a la esquina de mi hotel con la Quinta Avenida.

Algunas esculturas, trípticos, gobelinos y vitrales de la enorme exhibición de The Cloisters.

En mis primeros tres días en la ciudad había abarcado mucho más de lo que creí posible, pero aún faltaban otros descubrimientos por hacer, de los cuales les contaré después.

¡Hasta la próxima!

Mi próximo viaje…ya lo estoy disfrutando!

Tenía este viaje planeado para junio del año pasado, pero por circunstancias de la vida, no pude hacerlo.  Aprovechando los días de asueto de la JMJ en Panamá, decidí venir a San Juan a pasar una semana que ha estado llena de nuevas experiencias, agradables sorpresas y más de una coincidencia.

Viajé domingo a mediodía y en el avión me encontré con Charlie Aponte, antiguo cantante del Gran Combo, y tuvimos una amena conversación mientras esperábamos que todos abordaran.  Como buen puertorriqueño, es un tipo muy simpático y conversador.

Al llegar a San Juan, mis amigos me estaban esperando ya en el aeropuerto y nos fuimos a chinchorrear a Piñones, donde degustamos sorullos rellenos de queso, alcapurrias de yuca (parecidas a nuestras carimañolas) y piononos, plátanos maduros rellenos con carne, nunca los había probado y estaban riquísimos.  Ellos también comieron ensalada de carrucho (caracol o cambombia), pero soy alérgica al marisco, así que yo no lo comí.  De allí al hotel a registrarme y descansar para el día siguiente.

 

Una de las coincidencias de este viaje, es que mi amigo celebraría su cumpleaños ese lunes, fue una reunión familiar, con unos amigos añadidos que me incluía a mí, en un restaurante enclavado en las montañas, en el sector de Morovis, con una vista espectacular de parte de la costa norte, específicamente, Vega Baja.  La comida, como siempre abundante y deliciosa, las historias interesantes y el ambiente inmejorable, hicieron de ese día, uno muy especial y diferente.

Otra divertida coincidencia es que unas primas también decidieron pasar unos días en San Juan.  Al descubrir que estaríamos aquí al mismo tiempo, nos pusimos de acuerdo para encontrarnos en el Viejo San Juan y dar un paseo por ese encantador sitio.  Recorrimos los fuertes de San Cristóbal y el Morro, comimos en Raíces y luego del almuerzo, las dejé pasando el resto de su tarde en la isleta, pues yo tenía planes para disfrutar de otra de las coincidencias de este viaje.

 

¡¡Mis amigos habían conseguido boletos para la obra musical Hamilton!!  Eso fue toda una proeza, nada fácil fue obtenerlos, pero allí estábamos, emocionados de poder formar una pequeña parte de la hermosa historia alrededor de esas presentaciones.  La obra es, simplemente, genial.  Muy merecedora de todos los premios y excelentes críticas que ha tenido desde su estreno en Broadway.  El público ovacionaba cada canción y mostraba un gran orgullo por los artistas locales que formaron parte del elenco.   El hecho de que el propio Lin Manuel Miranda protagonice la puesta en escena en Puerto Rico y dedique todos los fondos que se obtengan a la Fundación Flamboyán para las Artes es una muestra de su amor a la isla.  Fue, sencillamente, una noche maravillosa.

Después les cuento qué estaré haciendo el fin de semana.  ¡Hasta la próxima!

Paseando por el Viejo San Juan

Como les prometí, en este artículo detallaré nuestro paseo de sábado en la mañana por el Viejo San Juan que iniciamos en el Castillo San Cristóbal y sus alrededores.  Allí disfrutamos de vistas increíbles del Castillo San Felipe del Morro, el barrio de La Perla, el océano Atlántico y la ciudad.  Lo que no sabía es que habría lomas!!  Al principio fue difícil subirlas con el sol de las 11 y sin sombrero, el calor casi me vence, pero lo logré y arriba estaba muy fresco por la brisa marina.
El Castillo de San Cristóbal fue construido para la protección de la ciudad de ataques terrestres aunque desde allí también se custodiaba la costa norte de la isla y se encuentra a kilómetro y medio del Castillo de San Felipe del Morro, que la defendía de ataques por mar.  Es muy grande y se encuentra en un punto bastante alto, en una colina a la cual debe su nombre y desde donde se divisar toda la extensión de la antigua ciudad.
Al salir fuimos en busca de La Bombonera para desayunar, aunque era casi hora del almuerzo, y resultó que estaba cerrado por remodelaciones. Unos policías nos recomendaron ir a Mallorca (cuyo nombre viene de un pan dulce llamado así) y fue una buena recomendación, no sólo nos sirvieron desayuno, a pesar de la hora, sino que había un señor tocando trompeta (¿o era saxofón?) y la música estaba muy buena.
El desayuno estuvo perfecto, la atención insuperable.  Los mozos estaban ocupados, pero aún así sacaban tiempo para conversar con nosotros de mil temas (estábamos sentados en la barra, pues el sitio estaba abarrotado), fue sumamente agradable y una muestra más de la genuina amabilidad y calidez de los boricuas.
Ese fue el fin de nuestro recorrido por el Viejo San Juan, del cual sólo vimos una pequeña parte, pero debíamos estar en el hotel a mediodía para iniciar la exploración de otras partes de la isla.  En mi siguiente viaje, no sólo lo recorrí más ampliamente, sino que me hospedé unos días en el área…pero de eso les cuento más adelante.
¡Hasta la próxima!

Visitando Puerto Rico con amigos.

Después de varios meses de preparativos, en junio de 2015 fuimos a Puerto Rico.  Eramos un grupo de cinco e íbamos a visitar a un amigo que lleva muchos años residiendo en la isla.  Nos graduamos juntos de la secundaria y, un par de años antes, nos habíamos reencontrado y renovado la amistad.

El vuelo de Panamá a San Juan es corto, dos horas y media, así que llegamos a la Isla del Encanto con mucha energía y tiempo en el día para hacer cosas…como ir de compras, jajaja.  Puerto Rico es hermoso, parecido a Panamá y, al mismo tiempo, distinto.  Su gente es cálida y amable.  El clima tropical, pero menos caluroso y lluvioso que aquí.

Nuestra estancia era de cinco días que incluían fin de semana.  Alquilamos un auto y nos resultó algo complicado orientarnos en el área metropolitana, por lo que nos perdíamos constantemente, aunque nunca tuvimos problemas para que alguien nos ayudara a encontrar nuestro camino.  La verdad es que esas perdidas son un mar de anécdotas que rememoramos cuando nos reunimos y no podemos parar de reír al contarlas.

Nos alojamos en un hotel independiente en el barrio de Condado, muy bien ubicado en la avenida principal, al pie de la playa por un lado y con una magnífica vista de la hermosa Laguna de San Juan por el otro y un bello parque al costado.  Aunque era un bonito edificio, estaba muy descuidado, pero en un siguiente viaje, descubrí que estaba cerrado por remodelaciones, lo que me pareció fantástico pues tiene la mejor ubicación del área, en mi concepto.

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Condado es un área residencial, comercial y turística que alberga una buena cantidad de hoteles, algunos de los cuales están a pie de playa. Los hay de varias categorías, desde turista superior hasta de lujo.  Es un sitio donde se da muy bien caminar y pasear, es seguro y hay restaurantes, parques, boutiques cafeterías, tiendas de recuerdos, de artículos en general y, también tiendas de lujo, farmacias y servicios en general.

Isla Verde, contigua a Condado, es sitio obligado para ir a bailar salsa los viernes en la noche, con diversas orquestas.  Por supuesto que nos fuimos de rumba ese viernes y tuvimos la suerte de que se presentaba Pedro Brull, uno de mis cantantes favoritos.  Fue muy divertido y marcó el inicio de un fin de semana fantástico.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al Viejo San Juan, relato al que dedicaré un artículo aparte.  Sobre mediodía, nos trasladamos a Caguas, pueblo a media hora de San Juan, hacia la parte central de la isla, para pasar el resto del fin de semana en casa de nuestro amigo y su esposa.  Nos habían organizado una fiesta con familiares y amistades que llegaron desde San Juan y Ponce para conocernos.  A medianoche tuvimos una gran sorpresa, un grupo musical apareció tocando y cantando un número plural de canciones típicas puertorriqueñas (del género plena) que todos conocíamos, pues son muy populares en Panamá, especialmente para la época navideña.  ¡Fue increíble, divertido y un detalle tan especial de nuestros anfitriones brindarnos ese pedacito de tradición boricua!  Cantamos y bailamos todas las piezas y la pasamos de maravilla.

El domingo nos levantamos a media mañana, desayunamos algo ligero y nos dirigimos al corazón de la tradición culinaria  puertorriqueña:  Cayey.  Paramos en una de las varias «lecheras» a degustar la comida típica de la isla, lechón a la varita, arroz con gandules y pasteles, los principales platos.  La comida estaba deliciosa y en el lugar había un conjunto de música jíbara muy bueno.  Varias parejas bailaban, conformadas sobre todo por adultos mayores.  El ambiente era familiar y festivo, nos gustó muchísimo, pero había que seguir el paseo.

Luego de almorzar, nos encaminamos a la ciudad de Ponce, también conocida como la Perla del Sur, de donde es oriunda la esposa de nuestro amigo, quien a estas alturas ya se había convertido en una gran amiga de todos.   Pero antes de llegar a Ponce, hicimos una parada técnica en Guayama a comer sorullos…en Puerto Rico se acostumbra parar de lugar en lugar a comer, mientras se va de paseo, se le llama «chinchorrear», imagino que el nombre viene de los puestos de venta o chinchorros, lo que en Panamá se llama fondas.

La primera parada en Ponce fue el Museo de Arte, donde tomamos un tour guiado que resultó muy ilustrativo e interesante.  El museo tiene muchas piezas de distintos períodos, por lo que las explicaciones de la guía fueron de mucha ayuda para comprender el contexto y significado de las obras.  Al salir del Museo de Arte, nos dirigimos al Castillo de Serrallés, que es una casa-museo y perteneció a la familia propietaria de los rones Don Q.  En el mismo se cuenta la historia de la familia, de la industria del azúcar y el ron  y su incidencia en la vida y la historia de la isla.  Al salir, dimos una vuelta por el centro colonial de la ciudad, muy hermosa y señorial y después nos dirigimos a La Guancha, un paseo costero a orillas del precioso Caribe, donde comimos algo antes de emprender el regreso a San Juan.

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El lunes, nuestro último día completo en la ciudad, nos fuimos al mall Plaza de las Américas a pasear, comer y hacer algunas compras de rigor.  Allí nos encontramos con una exhibición de autos Volks Wagen clásicos, nunca había visto algo así en un mall.  En viajes posteriores descubrí que en este centro, siempre hay alguna exhibición de vehículos, de distintos tipos o marcas.  Esa noche nos fuimos temprano a descansar, pues al día siguiente partiríamos a la ciudad de Nueva York para otro encuentro similar, del que les contaré próximamente.