El periodismo turístico no debe tener sesgos.

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Acabo de leer un artículo sobre una isla caribeña, en la sección de viajes de un prestigioso diario de una gran ciudad, y me ha dejado la sensación de haber perdido los valiosos minutos que dediqué a su lectura, por lo inútil y elitista de la información presentada.

Esta escritora, con nombre y apellidos muy hispanos, inicia su artículo hablando de los esfuerzos que está haciendo ese país para promover un turismo menos enfocado a los resorts todo incluido, para que sea más abarcador y los beneficios lleguen a más habitantes.  Menciona sus luchas sociales y situación económica actual, comparándola con sus vecinos y competidores del Caribe.  Habla de la historia de la isla y su fuerte influencia africana que, desde su punto de vista, opaca totalmente la de sus colonizadores europeos.  Hasta allí todo bien con un artículo que utiliza la frase «más allá de las playas» en su título y que, uno imagina, será sustancioso sobre la cultura y gente local.

Sin embargo, cuando hace el recuento de su experiencia de viaje, sólo menciona una conversación con una «joven negra», resumida en un par de frases, única referencia de su interacción con los lugareños.  La mayor parte del artículo trata de lugares turísticos, resorts, restaurantes, bares y playas en distintos puntos de la isla, y conversaciones con otros turistas y extranjeros residentes en el área.

Cuando habla de los sitios frecuentados por habitantes locales, lo hace con algún grado de menosprecio, llegando incluso a decir «aunque deseaba bajarme (del auto, me imagino), también deseaba salir corriendo de allí.»  Menciona un sitio para comer que le fue muy recomendado y como, al llegar, resultó ser más rústico de lo que esperaba.  Nuevamente, sus palabras translucen su decepción y elitismo, al percibirse que considera que el sitio está por debajo de lo que ella requiere.

Al terminar de leer su escrito, su información no me brindó nada que despertara mi interés por visitar esa isla.  Menos aún cuando al listar lugares para hospedarse, le da preferencia a resorts cuyas tarifas oscilan entre ¡seiscientos y mil cuatrocientos dólares la noche!

Me queda la duda de si ella es, realmente, periodista.  Mi experiencia con éstos es que suelen ser muy curiosos y prefieren conocer sitios poco frecuentados por los visitantes, buscando encontrar algo nuevo y fuera de lo común, algo que les permita transmitir la esencia del sitio visitado, a través de la vida local y así, provocar en su audiencia el deseo de ir a ese lugar y vivir esa experiencia.  Ella no logró eso, porque ni siquiera lo intentó.