Las Vegas: fin de año en imágenes.

Nuestros desayunos siempre eran abundantes, aunque pidiéramos lo que parecía el plato más pequeño.  El café latte era muy bueno, aunque acostumbro tomar el café negro, lo evito cuando viajo a Estados Unidos porque el café allá, en general, es bastante malo.  El jugo de naranja era muy fresco, recién exprimido, absolutamente delicioso. El jamón era, en realidad, una chuleta de media pulgada de grosor!  Creo que lo más liviano que comí fue el waffle, pero como también hay que caminar muchísimo, incluso dentro del mismo hotel, esas calorías eran justificadas.

 

La vista desde la ventana de mi habitación era hermosas y me llenaba de energía apenas abría los ojos. Ni siquiera tenía que salir de la cama para contemplarla y sentir deseos de salir a disfrutar del sol y la fresca brisa de inicios del  invierno desértico.  Tenía un panorama bastante abarcador de nuestro lado del Strip, los suburbios y, más allá, las áridas pero bellas montañas.

Los teatros y espectáculos llenos de color, música y baile fueron mis preferidos.  Aquí algunas escenas de La Rève (El sueño), uno de los más premiados de Las Vegas en los últimos años.  Nunca había visto nada parecido, una mezcla de actuación, canto, baile, nado sincronizado, gimnasia, atletismo, acrobacias, oscuridad y luces de mil colores que hicieron aflorar toda una gama de emociones en la audiencia.  Hubo momentos de terror, de alivio, de alegría, de tristeza, de amor y desamor, de derrota y de triunfo, en fin, fue un sueño con momentos de pesadilla para terminar en un despertar explosivo y lleno de energía que nos hizo salir a todos, con una sonrisa en los labios y una renovada confianza en la capacidad de triunfo del amor.

Como ya les he comentado, los hoteles en Las Vegas son microcosmos que, en algunos casos replican ciudades, como el Venettian, que es una pequeña Venecia a escala, con las plazas, torre, canales y hasta góndolas con sus gondoleros cantando fragmentos de alguna ópera.  Y el interior no es menos impresionante, con una gran plaza que presenta obras que aluden al carnaval veneciano y sus distintos personajes clásicos.

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El Caesars Palace, como lo indica su nombre, emula el palacio de los cesares romanos.  Este complejo incluye el Forum Shops, un mall con tiendas de lujo enmarcando unos patios de impresionante belleza, con enormes fuentes y estatuas de los dioses romanos, así como también el Colloseum, un teatro que replica el monumento romano y que fue construido, especialmente, para albergar el show de Cèline Dion, un verdadero ejemplo del derroche de Las Vegas.

Aparte de Venecia y la Roma de los Césares, otras ciudades o culturas antiguas representadas por los hoteles del Strip son:

París con su infaltable Tour Eiffel, el globo cuyo significado he olvidado -es tanta la información que no se puede recordar todo-, el Arc de Triomphe y un interior lleno de tiendas que remeda las antiguas calles de la ciudad con sus pintorescos puestos de ventas y tiendas con letreros manuscritos, en un ambiente realmente encantador.

Nueva York, con un conglomerado de rascacielos, incluyendo los más representativos, el Empire State y el Chrysler, sin olvidar a la Dama de la Libertad y el puente de Brooklyn.  Aquí nunca he entrado, no sé por qué…será que después de ver la original, a la que amo, esta réplica de la ciudad no es suficiente para mí?  Es posible, pues su exterior lleno de comercios no me inspira, pero si los ignoro, la silueta de los edificios me resulta aceptable, así que los miro desde la distancia.

 

El antiguo Egipto, el de los faraones, con esfinge y pirámide incluida, en el Hotel Luxor.  Otro de los que aún me quedan por explorar.

Y ¿Camelot?  Algo así.  La mítica ciudad de Camelot está representada en el hotel Excalibur, cuyo nombre viene de la espada mágica utilizada por el Rey Arturo, según la leyenda.  Nunca he entrado a este hotel, así que no sé qué tipo de sorpresas habrá en su interior, pero su edificación parece el castillo de un cuento de hadas, con torres muy detalladas y coloridas.  De hecho cuando las veo, me parece que es un lugar para niños, aunque de eso no puedo estar segura.

Pero no todo son copias, buenas o malas, de ciudades o culturas extintas, existentes o imaginarias, también hay museos diversos, como el de Madame Tussaud con sus figuras de cera de artistas y celebridades del mundo del entretenimiento, o el museo de la mafia.  Espectáculos con artistas de fama mundial, el show de luces en Fremont Street ahora con una tirolesa que lo recorre, hoteles modernos como el MGM y contemporáneos como el Wynn y el Encore.  En el tour que va al otro extremo del Strip podrá ver una linda edificación inspirada en la cultura indígena de la zona que parece hecho de arcilla o el bello mural de la misma inspiración.  También están los hoteles del Old Vegas, o la imponente Stratosphere Tower con su oferta de experiencias extremas como la araña mecánica que se encuentra al borde de su azotea o el High Roller, la noria que da una vuelta de 20 minutos y que, se dice, tiene las mejores vistas panorámicas de la ciudad.  Tendré que montarla en mi próxima visita.

Y luego de las emociones y excesos visuales del día, disfrutar de un bello atardecer es una experiencia que relaja y nos prepara para disfrutar de la despedida de un año y el inicio de otro, con renovadas energías.

Y a ustedes ¿qué les gustaría experimentar en Las Vegas?

Viaje familiar a San Diego y Las Vegas – II parte

Photo by Nick Fewings on Unsplash

El viaje de San Diego a Las Vegas toma unas 5 o 6 horas y la ruta atraviesa el Valle de la Muerte.  El paisaje es desértico tanto en el valle como en las montañas que lo rodean y el sol es implacable.  Lo que menos quieres es sufrir una avería del auto en ese camino, porque el nombre está muy bien puesto.  En el trayecto, vimos la «finca» de paneles solares más grande de los Estados Unidos.  Una gran parte de la energía eléctrica que se utiliza en Las Vegas –y se utiliza muchísima– proviene de esta fuente.  Fuera de eso, no había mucho que ver, excepto el árido paisaje, casi todo del mismo color arenoso con toques de grises.  Fue interesante hacer el recorrido una vez, pero no lo volvería a repetir.

Al llegar a Las Vegas, aún de día –el sol se ponía pasadas las 9:00 p.m.– nos encontramos con temperaturas de 44 grados centígrados y apenas era la segunda semana de junio.  ¡Imagínense subir de 18 a 44 grados en 5 horas!  Al llegar al hotel y subir a nuestras habitaciones, en el piso 51, nos encontramos con que cada una, tenía un ventanal de piso a techo que nos brindaba una panorámica impresionante del Strip, del valle, las montañas y los bellos y luminosos atardeceres de Las Vegas.

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Tras un viaje agotador y con esa temperatura que no ayudaba en nada, nos quedamos dando vueltas por el impresionante interior del hotel, cuya decoración con inspiración oriental era alucinante.  También merodeamos un poco por los jardines y réplica de bosque del hotel contiguo, de los mismos dueños, que eran de gran belleza.

Al día siguiente, creyéndome preparada para la aventura de recorrer el Strip, descubrí que no sólo seguía haciendo un calor intenso, sino que había una ola de calor barriendo la ciudad…es decir, que en el desierto hacía más calor que de costumbre, qué suerte!  En los locales con terrazas, tenían difusores que rociaban agua para humectar un poco el seco ambiente desértico.   Estoy acostumbrada al calor húmedo de Panamá, pero nunca había experimentado temperaturas que pasaran de los 32 grados y sentía que no lo toleraría.  Las calles y aceras estaban tan calientes que quemaban la planta de los pies, a través de los zapatos, y la brisa que soplaba del desierto estaba más caliente aún.  No podía entender cómo había gente que podía vivir en esas condiciones.

Afortunadamente, uno puede circular y trasladarse a distintos puntos, recorriendo por dentro de los hoteles, como si de caminos se tratara, y salir a la calle sólo para cruzarlas en ocasiones, por puentes peatonales equipados con escaleras eléctricas y ascensores.  Esto me encantó, pues reducía el esfuerzo de subir y bajar, amortiguando un poco el impacto del calor…siempre y cuando no tocáramos los pasamanos, porque se podía freír un huevo sobre ellos.

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Una de las cosas que más recuerdo es el espectáculo de las fuentes danzarinas del Bellagio, muy bello.  Los hoteles son impresionantemente grandes y, generalmente, temáticos.  Todos tienen algún tipo de atracción adicional al casino,  piscinas, restaurantes y tiendas de lujo y superlujo, tales como teatros, espectáculos públicos inspirados en la temática del hotel, jardines, acuarios o zoológicos.  Todo creado con la intención de que uno no abandone las instalaciones y, por supuesto, vaya al casino que, casi siempre está ubicado en el punto central del hotel.

Deseaba ir de paseo en globo aerostático pero, por las altas temperaturas, estos se hacían a las 6:00 de la mañana.  No soy madrugadora, me cuesta levantarme a las 7:00 para ir a trabajar, imagínense levantarme a las 4:00 en plenas vacaciones, así que lo dejé para otra ocasión o destino, con horarios menos inconvenientes.  En su lugar, tomamos un tour en helicóptero, muy emocionante, que sobrevolaba la ciudad, la represa Hoover, el lago Mead y parte del cañón del Colorado.  Una oportunidad fantástica para tomar fotos y aprender sobre el área.

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Los cinco días en Las Vegas llegaron a su fin y, con ellos, el viaje anual de vacaciones, aunque aún me quedaban dos semanas disponibles que aprovecharía para descansar en casa antes del volver al trabajo y esperar once meses antes de poder irme de viaje nuevamente, o al menos eso pensaba yo, pero de oportunidades está llena la vida.  ¡Ya les contaré!