Visitando Puerto Rico con amigos.

Después de varios meses de preparativos, en junio de 2015 fuimos a Puerto Rico.  Eramos un grupo de cinco e íbamos a visitar a un amigo que lleva muchos años residiendo en la isla.  Nos graduamos juntos de la secundaria y, un par de años antes, nos habíamos reencontrado y renovado la amistad.

El vuelo de Panamá a San Juan es corto, dos horas y media, así que llegamos a la Isla del Encanto con mucha energía y tiempo en el día para hacer cosas…como ir de compras, jajaja.  Puerto Rico es hermoso, parecido a Panamá y, al mismo tiempo, distinto.  Su gente es cálida y amable.  El clima tropical, pero menos caluroso y lluvioso que aquí.

Nuestra estancia era de cinco días que incluían fin de semana.  Alquilamos un auto y nos resultó algo complicado orientarnos en el área metropolitana, por lo que nos perdíamos constantemente, aunque nunca tuvimos problemas para que alguien nos ayudara a encontrar nuestro camino.  La verdad es que esas perdidas son un mar de anécdotas que rememoramos cuando nos reunimos y no podemos parar de reír al contarlas.

Nos alojamos en un hotel independiente en el barrio de Condado, muy bien ubicado en la avenida principal, al pie de la playa por un lado y con una magnífica vista de la hermosa Laguna de San Juan por el otro y un bello parque al costado.  Aunque era un bonito edificio, estaba muy descuidado, pero en un siguiente viaje, descubrí que estaba cerrado por remodelaciones, lo que me pareció fantástico pues tiene la mejor ubicación del área, en mi concepto.

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Condado es un área residencial, comercial y turística que alberga una buena cantidad de hoteles, algunos de los cuales están a pie de playa. Los hay de varias categorías, desde turista superior hasta de lujo.  Es un sitio donde se da muy bien caminar y pasear, es seguro y hay restaurantes, parques, boutiques cafeterías, tiendas de recuerdos, de artículos en general y, también tiendas de lujo, farmacias y servicios en general.

Isla Verde, contigua a Condado, es sitio obligado para ir a bailar salsa los viernes en la noche, con diversas orquestas.  Por supuesto que nos fuimos de rumba ese viernes y tuvimos la suerte de que se presentaba Pedro Brull, uno de mis cantantes favoritos.  Fue muy divertido y marcó el inicio de un fin de semana fantástico.

Al día siguiente nos levantamos temprano para ir al Viejo San Juan, relato al que dedicaré un artículo aparte.  Sobre mediodía, nos trasladamos a Caguas, pueblo a media hora de San Juan, hacia la parte central de la isla, para pasar el resto del fin de semana en casa de nuestro amigo y su esposa.  Nos habían organizado una fiesta con familiares y amistades que llegaron desde San Juan y Ponce para conocernos.  A medianoche tuvimos una gran sorpresa, un grupo musical apareció tocando y cantando un número plural de canciones típicas puertorriqueñas (del género plena) que todos conocíamos, pues son muy populares en Panamá, especialmente para la época navideña.  ¡Fue increíble, divertido y un detalle tan especial de nuestros anfitriones brindarnos ese pedacito de tradición boricua!  Cantamos y bailamos todas las piezas y la pasamos de maravilla.

El domingo nos levantamos a media mañana, desayunamos algo ligero y nos dirigimos al corazón de la tradición culinaria  puertorriqueña:  Cayey.  Paramos en una de las varias «lecheras» a degustar la comida típica de la isla, lechón a la varita, arroz con gandules y pasteles, los principales platos.  La comida estaba deliciosa y en el lugar había un conjunto de música jíbara muy bueno.  Varias parejas bailaban, conformadas sobre todo por adultos mayores.  El ambiente era familiar y festivo, nos gustó muchísimo, pero había que seguir el paseo.

Luego de almorzar, nos encaminamos a la ciudad de Ponce, también conocida como la Perla del Sur, de donde es oriunda la esposa de nuestro amigo, quien a estas alturas ya se había convertido en una gran amiga de todos.   Pero antes de llegar a Ponce, hicimos una parada técnica en Guayama a comer sorullos…en Puerto Rico se acostumbra parar de lugar en lugar a comer, mientras se va de paseo, se le llama «chinchorrear», imagino que el nombre viene de los puestos de venta o chinchorros, lo que en Panamá se llama fondas.

La primera parada en Ponce fue el Museo de Arte, donde tomamos un tour guiado que resultó muy ilustrativo e interesante.  El museo tiene muchas piezas de distintos períodos, por lo que las explicaciones de la guía fueron de mucha ayuda para comprender el contexto y significado de las obras.  Al salir del Museo de Arte, nos dirigimos al Castillo de Serrallés, que es una casa-museo y perteneció a la familia propietaria de los rones Don Q.  En el mismo se cuenta la historia de la familia, de la industria del azúcar y el ron  y su incidencia en la vida y la historia de la isla.  Al salir, dimos una vuelta por el centro colonial de la ciudad, muy hermosa y señorial y después nos dirigimos a La Guancha, un paseo costero a orillas del precioso Caribe, donde comimos algo antes de emprender el regreso a San Juan.

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El lunes, nuestro último día completo en la ciudad, nos fuimos al mall Plaza de las Américas a pasear, comer y hacer algunas compras de rigor.  Allí nos encontramos con una exhibición de autos Volks Wagen clásicos, nunca había visto algo así en un mall.  En viajes posteriores descubrí que en este centro, siempre hay alguna exhibición de vehículos, de distintos tipos o marcas.  Esa noche nos fuimos temprano a descansar, pues al día siguiente partiríamos a la ciudad de Nueva York para otro encuentro similar, del que les contaré próximamente.

 

Las Vegas: fin de año en imágenes.

Nuestros desayunos siempre eran abundantes, aunque pidiéramos lo que parecía el plato más pequeño.  El café latte era muy bueno, aunque acostumbro tomar el café negro, lo evito cuando viajo a Estados Unidos porque el café allá, en general, es bastante malo.  El jugo de naranja era muy fresco, recién exprimido, absolutamente delicioso. El jamón era, en realidad, una chuleta de media pulgada de grosor!  Creo que lo más liviano que comí fue el waffle, pero como también hay que caminar muchísimo, incluso dentro del mismo hotel, esas calorías eran justificadas.

 

La vista desde la ventana de mi habitación era hermosas y me llenaba de energía apenas abría los ojos. Ni siquiera tenía que salir de la cama para contemplarla y sentir deseos de salir a disfrutar del sol y la fresca brisa de inicios del  invierno desértico.  Tenía un panorama bastante abarcador de nuestro lado del Strip, los suburbios y, más allá, las áridas pero bellas montañas.

Los teatros y espectáculos llenos de color, música y baile fueron mis preferidos.  Aquí algunas escenas de La Rève (El sueño), uno de los más premiados de Las Vegas en los últimos años.  Nunca había visto nada parecido, una mezcla de actuación, canto, baile, nado sincronizado, gimnasia, atletismo, acrobacias, oscuridad y luces de mil colores que hicieron aflorar toda una gama de emociones en la audiencia.  Hubo momentos de terror, de alivio, de alegría, de tristeza, de amor y desamor, de derrota y de triunfo, en fin, fue un sueño con momentos de pesadilla para terminar en un despertar explosivo y lleno de energía que nos hizo salir a todos, con una sonrisa en los labios y una renovada confianza en la capacidad de triunfo del amor.

Como ya les he comentado, los hoteles en Las Vegas son microcosmos que, en algunos casos replican ciudades, como el Venettian, que es una pequeña Venecia a escala, con las plazas, torre, canales y hasta góndolas con sus gondoleros cantando fragmentos de alguna ópera.  Y el interior no es menos impresionante, con una gran plaza que presenta obras que aluden al carnaval veneciano y sus distintos personajes clásicos.

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El Caesars Palace, como lo indica su nombre, emula el palacio de los cesares romanos.  Este complejo incluye el Forum Shops, un mall con tiendas de lujo enmarcando unos patios de impresionante belleza, con enormes fuentes y estatuas de los dioses romanos, así como también el Colloseum, un teatro que replica el monumento romano y que fue construido, especialmente, para albergar el show de Cèline Dion, un verdadero ejemplo del derroche de Las Vegas.

Aparte de Venecia y la Roma de los Césares, otras ciudades o culturas antiguas representadas por los hoteles del Strip son:

París con su infaltable Tour Eiffel, el globo cuyo significado he olvidado -es tanta la información que no se puede recordar todo-, el Arc de Triomphe y un interior lleno de tiendas que remeda las antiguas calles de la ciudad con sus pintorescos puestos de ventas y tiendas con letreros manuscritos, en un ambiente realmente encantador.

Nueva York, con un conglomerado de rascacielos, incluyendo los más representativos, el Empire State y el Chrysler, sin olvidar a la Dama de la Libertad y el puente de Brooklyn.  Aquí nunca he entrado, no sé por qué…será que después de ver la original, a la que amo, esta réplica de la ciudad no es suficiente para mí?  Es posible, pues su exterior lleno de comercios no me inspira, pero si los ignoro, la silueta de los edificios me resulta aceptable, así que los miro desde la distancia.

 

El antiguo Egipto, el de los faraones, con esfinge y pirámide incluida, en el Hotel Luxor.  Otro de los que aún me quedan por explorar.

Y ¿Camelot?  Algo así.  La mítica ciudad de Camelot está representada en el hotel Excalibur, cuyo nombre viene de la espada mágica utilizada por el Rey Arturo, según la leyenda.  Nunca he entrado a este hotel, así que no sé qué tipo de sorpresas habrá en su interior, pero su edificación parece el castillo de un cuento de hadas, con torres muy detalladas y coloridas.  De hecho cuando las veo, me parece que es un lugar para niños, aunque de eso no puedo estar segura.

Pero no todo son copias, buenas o malas, de ciudades o culturas extintas, existentes o imaginarias, también hay museos diversos, como el de Madame Tussaud con sus figuras de cera de artistas y celebridades del mundo del entretenimiento, o el museo de la mafia.  Espectáculos con artistas de fama mundial, el show de luces en Fremont Street ahora con una tirolesa que lo recorre, hoteles modernos como el MGM y contemporáneos como el Wynn y el Encore.  En el tour que va al otro extremo del Strip podrá ver una linda edificación inspirada en la cultura indígena de la zona que parece hecho de arcilla o el bello mural de la misma inspiración.  También están los hoteles del Old Vegas, o la imponente Stratosphere Tower con su oferta de experiencias extremas como la araña mecánica que se encuentra al borde de su azotea o el High Roller, la noria que da una vuelta de 20 minutos y que, se dice, tiene las mejores vistas panorámicas de la ciudad.  Tendré que montarla en mi próxima visita.

Y luego de las emociones y excesos visuales del día, disfrutar de un bello atardecer es una experiencia que relaja y nos prepara para disfrutar de la despedida de un año y el inicio de otro, con renovadas energías.

Y a ustedes ¿qué les gustaría experimentar en Las Vegas?

Las Vegas, una opción divertida para las fiestas de diciembre.

Volví a Las Vegas en diciembre del año pasado, a pasar Navidad y Año Nuevo porque era un sueño de mi madre, que ya mi hermana y yo decidimos cumplirle.  La pasamos muy bien.  Hicimos algunos tours, fuimos a varios espectáculos y recorrimos los hoteles para disfrutar de las bellas decoraciones navideñas.  Esta vez disfruté Las Vegas mucho más que en mi viaje anterior.

img_5081The Linq Promenade con el High Roller al fondo.

El Strip de Las Vegas no es, propiamente, una ciudad, sino un sitio para visitantes.  No hay residencias, a excepción de un par de torres recién construidas y sólo para millonarios.  Lo único que encontrarán en el Strip, salvo contadísimas excepciones, son hoteles, casinos, tiendas de lujo y espectáculos.  Podríamos definir este lugar como un parque de diversiones en forma de ciudad.

Comparado con Nueva York, considerada una de las ciudades más costosas del mundo, en el Strip todo es más caro: el transporte público, la comida, los tours y los espectáculos.  Sólo los hoteles tienen, comparativamente, precios más bajos.  Eso no significan que los hoteles son baratos, pero en Las Vegas puedes obtener una suite por el precio de una habitación estándar en Nueva York.

Las pocas tiendas «normales» que hay en el área tienen una selección de artículos muy «Vegas style». Entré a un Ross y la mitad de la oferta de ropa de damas eran vestidos de fiesta con lentejuelas, brillo y similares.  La mayoría de las tiendas en los hoteles son boutiques de marcas de lujo y super lujo.  Hasta en el Fashion Show Mall, el mayor porcentaje de tiendas son de alta gama y la oferta de restaurantes muy diferenciada e interesante, pero no económica.

img_4668Decoración del patio interior del hotel

Los hoteles en Las Vegas son, en sí mismos, un destino.  La mayoría tienen, además de los omnipresentes casinos, una amplia oferta de restaurantes y cafés, tiendas, teatros, área de espectáculos públicos, jardines exóticos o botánicos, bosques, réplicas de ciudades y/o civilizaciones/épocas históricas y similares, campos de golf, lagos, santuarios de animales como delfines o tiburones, acuarios tropicales, salas de belleza y spas, atracciones y decoraciones dignas de revista, en fin, pasear y visitar los distintos hoteles es parte de la aventura de ir al Strip de Las Vegas.

Y si los hoteles impresionan, esperen a ver algunos de los shows de Las Vegas.  La mayoría de los hoteles tienen sus propios teatros.  Algunos son grandes –para las mega-estrellas como Céline Dion o el Cirque du Soleil– y otros más pequeños e íntimos, que permiten apreciar la obra en mayor detalle o hasta sentarse en el propio escenario y formar parte del show.  La calidad del montaje y los artistas, aunque no sean los super famosos, es impecable.  Hay espectáculos para todos los gustos: musicales, conciertos, circos, comedia, infantiles, lo que usted quiera y, todos son magníficos.  Los montajes pueden ser muy lujosos y llenos de efectos especiales sorprendentes, pero siempre prima la calidad de los artistas, ya sean cantantes, bailarines, músicos, acróbatas o actores.  Ir a un espectáculo en Las Vegas es una experiencia inolvidable.

La comida es muy, muy buena y la oferta variadísima.  Sólo en mi hotel había nueve restaurantes con comida desde italiana hasta japonesa, con decoración acorde y sumamente cómodos.  Como ya mencioné, la comida es costosa, pero las porciones son muy generosas, por lo que siempre se tiene la opción de ordenar para compartir, que resulta más económico y reduce la posibilidad de no poder comerse todo lo que le han servido.

Debo decir que la atención en todos los restaurantes que visitamos, tanto en hoteles  como fuera de ellos, es de cinco estrellas.  No importaba qué tan lleno estuviera ni que fuera cerca de la hora de cierre, jamás nos hicieron sentir que tardábamos mucho o que estaban apurados, y todos los meseros, sin excepción, se tomaban el tiempo para conversar con los comensales mientras los atendían, haciéndonos sentir que éramos las personas más importantes de todo el local.  Incluso, algunos nos hacían recomendaciones de donde ir y qué shows ver, recomendaciones que probaron ser sumamente valiosas, por cierto.

Otra buena fuente de recomendaciones e información interesante, que permite comprender un poco, el porqué de la existencia de este sitio tan particular, son los guías de los tours. Si toman alguno y tienen preguntas, no dejen de aprovechar los conocimientos de estas personas sobre la ciudad, cualquiera que sea en la que se encuentre.

img_4757Decoración del lobby de entrada al buffette.

La época navideña y de fin de año añade muchas atracciones a las ya existentes en Las Vegas.  Cada hotel crea decoraciones alusivas en sus áreas públicas que son verdaderos despliegues de imaginación y creatividad artística. También promueven espectáculos inspirados en la ocasión, presentan platos adicionales en sus muy famosos buffettes o incluyen platos especiales en sus menús. Adicionalmente, la ciudad ofrece espectáculos públicos en los días específicos de celebración.  El fin de año es marcado por un despliegue de fuegos artificiales sincronizados en cinco puntos del Strip, fácilmente visibles desde la calle, que es cerrada al tráfico para permitir que los miles de visitantes puedan movilizarse con mayor libertad.

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El clima estuvo bastante benigno.  Hacía frío, pero al tener muy baja humedad, me resultó hasta agradable. Los días estuvieron soleados, con cielos despejados, por lo que no se necesitaba estar muy abrigado.  Obviamente, por las noches, la temperatura bajaba varios grados, lo que requería ropa un poco más abrigada, pero aún así, estaba agradable para salir pasear, a algún show, a ver los espectáculos al aire libre de los distintos hoteles y las brillantes luces de la ciudad.

Aunque viajar para las fiestas de diciembre no es nuestra costumbre, fue muy agradable salir de la rutina.  Fue una experiencia tan divertida que, no sólo la recomiendo, sino que la volvería a repetir.  ¡Así de bueno estuvo este viaje!

Paseo en bote por los alrededores de Isla Colón

Después de 45 minutos de vuelo y muchas fotos increíbles, llegamos al Aeropuerto Internacional José Ezequiel Hall de la ciudad de Bocas del Toro en la isla Colón, donde nos esperaba mi hermano Pepo para llevarnos al Gran Hotel  Bahía.  Luego de acomodarnos, mi hermano nos ofreció llevarnos a dar un paseo en su bote para luego dejarnos en el lugar que eligiéramos.

Iniciamos el paseo por tierra, pues debíamos dirigirnos al muelle donde estaba el bote, en las afueras de la ciudad.  Como muchos sitios en Panamá, el área tiene más de un nombre, siendo el más común el Istmito, por su forma de istmo que une la pequeña porción en forma triangular donde está situada la ciudad con el resto de la isla.    Haul Over Beach fue el nombre original de este istmo, ya que los pescadores de antaño solían arrastrar (en inglés, haul over) sus botes del lado de mar abierto al lado opuesto, una bahía de aguas tranquilas para mantenerlos seguros.  Entre los otros apelativos de esta área figuran Playa La Cabaña, por un centro de diversión con ese nombre (que existe desde que yo recuerdo) y Terrenos de la Feria, pues allí se desarrolla la Feria del Mar desde los años ’60.

Una vez en el bote, iniciamos nuestro paseo que, en su primer par de horas fue para visitar sitios puntuales y tomar fotografías.  El primer punto a visitar fue Birds Island (Isla de los Pájaros).  

Mas que una isla es una formación rocosa de considerable altura, llena de vegetación que sirve de hogar y refugio a diversas especies de aves, tanto endémicas como migratorias.  

Se encuentra a considerable distancia al norte de la isla, mar afuera, lo que hace que sólo  sea posible visitarla en los meses del año de menor viento y oleaje, manteniéndose uno en el bote, sin bajar, preferiblemente, para no alterar el ecosistema.


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La belleza de este refugio de vida silvestre es increíble, a pesar de estar viéndolo con nuestros propios ojos, sentimos que estamos soñando…así de hermosa es!

Flat Rock

Una vez que logramos romper el hechizo de Birds Island, nos dirigimos a los otros dos puntos que tenía en mi agenda:  Flat Rock y Sail Rock, ambas formaciones rocosas en medio del mar que, aunque a menor distancia de la costa, sobrepasaban la distancia del faro.  

 

Sail Rock, nombrada así por parecer, a la distancia, un velero.

Estas formaciones fueron legendarias entre los marinos de antaño, pero son bien conocidas por los de la actual generación.

Starfish beach

Cumplida esta misión, nos dirigimos a Starfish Beach (Playa de las Estrellas), nombrada así por ser hábitat de una cantidad plural de estrellas de mar.  

 

Es una playa de aguas muy tranquilas todo el año, por la protección que le brinda estar en el canal entre la isla y tierra firme, por lo que el viento no es lo suficientemente fuerte para crear mucho oleaje.  

Allí hay algunos pequeños locales donde se puede comer pescados y mariscos frescos con patacones o yuca, así como bebidas con o sin alcohol, todo hecho al momento de pedirlo, justo a orillas del mar, por lo que decidimos almorzar y pasar el resto de la tarde disfrutando de las cálidas aguas del Caribe.

Ese fue nuestro primer día en la isla, pero al día siguiente habría otras visitas a lugares de belleza sin igual.  ¡Les cuento en la próxima!

Lecciones aprendidas trabajando en un hotel.

En diciembre de 2005, dejé la ciudad de Panamá y me fui a vivir a la isla Colón, el punto más turístico de todo el país.  Allí pasé los siguientes diez años, trabajando en el negocio familiar, un pequeño hotel que opera en un edificio histórico.

Trabajar en la industria turística no es tan glamoroso como mucha gente imagina.  No importa si es un hotel, un restaurante, tour operador o aerolínea, es un trabajo difícil con días largos y altas dosis de estrés.  Lo más complicado es tratar de contentar a personas con expectativas distorsionadas, en muchas ocasiones, por no haber investigado el destino de forma adecuada.

Que alguien llegue a una pequeña isla del Caribe y desee comer hamburguesas o no quiera trasladarse en bote es algo que escapa a mi capacidad de comprensión.  Alguien que viaje a un destino ubicado en el trópico húmedo y que se fastidie porque llueve es tan ilógico como ir a Moscú en invierno y molestarse porque nieva.  Es a lo que me refiero cuando hablo de expectativas distorsionadas, no son realistas y, por lo tanto, son imposibles de satisfacer.

Nunca olvidaré a una huésped cuyas expectativas no sólo estaban distorsionadas, sino que eran ridículas.  Era de un país de Europa del este y se quejaba de todo, porque no era como en su país.  No quería comer el pan local porque no comía eso en su país.  No le gustaba el clima porque no era como el de su país.  En un momento dado, le comentó a una de las recamareras que debíamos poner una bomba a un edificio que veía desde su ventana porque era feo…imagínense!  Ese es el tipo de persona que no debería viajar jamás.  Sería mejor para ellos, y más seguro para el resto del mundo, que se quedaran en casa, comiendo lo que les gusta, mientras ponen Travel Channel para ver, por televisión, cómo son los demás países y todo el mundo contento y sin riesgo de bombas.

Pero no todos los que nos visitan son así, estas son excepciones, afortunadamente.  Durante los diez años que pasé en la isla, conocí gente maravillosa con genuino interés por conocer el lugar, sus comidas, costumbres, historia y, sobre todo, a su gente.  Estos son los verdaderos viajeros, los que sacan las mayores y mejores experiencias de sus viajes, porque se toman el trabajo de conocer distintas facetas de su destino, y a la gente que lo hace especial, dejando al volver a casa, una buena impresión y algunos amigos para toda la vida.

Así aprendí que al viajar, uno debe respetar la cultura y la gente que encuentra y adaptarse al destino, no al revés.  Recuerden, si van a viajar, investiguen los posibles destinos y decídanse por aquellos en los que están dispuestos a desafiar el clima, aventurarse a probar las comidas, atreverse a hablar con la gente del lugar y disfrutar de todo lo diferente que el sitio tiene que ofrecer, pues es la mejor forma de hacer que todo el trabajo, tiempo y dinero invertido en el viaje valgan la pena.

El nuevo debate: ¿hotel o apartamento?

Photo by Aran Mtnez on Unsplash

A mucha gente le agrada alquilar habitaciones en una residencia, o la residencias completas, a través de servicios en línea, pero yo prefiero quedarme en hoteles.  Puede ser un poco más costoso – aunque no siempre es así, como pude comprobar mientras planeaba uno de mis viajes a Nueva York- pero hay puntos que, en lo personal, son importantes a la hora de visitar un destino y marcan mi preferencia por los hoteles:

  • Limpieza: En un hotel no tenemos que ocuparnos ni preocuparnos de limpiar, hacer las camas, lavar los baños, sacar la basura ni ningún otro quehacer doméstico.  Alguien lo hace por nosotros mientras paseamos.
  • Comidas:  Hay quien dice que prefiere alquilar un apartamento donde pueda cocinar porque es más económico.  No tengo problemas con quienes deseen hacer eso, pero en mi caso, cuando tomo vacaciones, lo hago en serio.  No veo el beneficio de perder tiempo preparando comidas, lavando platos y limpiando cocina, en lugar de invertirlo conociendo el destino.  Además, pienso que probar las comidas del sitio que se visita es parte de la experiencia.
  • Seguridad: Este es un punto importante, especialmente para las damas y familias con niños.  Los hoteles suelen ser lugares muy seguros, no importa su tamaño, pues tienen sistemas para prevenir y comprobar situaciones. Si se alquila un apartamento, esa seguridad podría ser menos estricta, pues se trata de un ambiente para personas que conocen el entorno y saben qué medidas tomar para protegerse.
  • Legalidad:  Existen ciudades donde es ilegal el alquiler de viviendas para estadías de menos de cierta cantidad de días, como Nueva York y la ciudad de Panamá, donde resido.  Cuando revisen la información de viviendas para alquilar en los servicios en línea, y se encuentren frases como «si los vecinos le preguntan, dígale que es familiar mío y está visitándome», considere que esta persona está alquilando a pesar de existir reglamentaciones contra esta práctica y piense bien si desea exponerse a incurrir en algún problema de tipo legal, en lugar de disfrutar de su viaje.
  • Etica:  En muchas ciudades se está dando un fenómeno, provocado por estos mismos servicios en línea y es que los alquileres para los residentes se están elevando a cifras astronómicas que los obligan a mudarse a áreas lejanas de sus trabajos.  Esto sucede porque personas e, incluso, compañías, están comprando  apartamentos con el único fin de lucrar con ellos a través de estos servicios.  Esta práctica desvirtúa, totalmente, el objetivo primario de estos servicios que promovían que personas compartieran sus viviendas y experiencias con los viajeros y, de paso, se ganaran algún dinero, pero ha resultado en algo totalmente distinto que está perjudicando la economía de muchas personas trabajadoras y debemos reflexionar si queremos contribuir a esa mala práctica.

En resumen, si prefieren alquilar una habitación en residencia que ocupa el anfitrión o que alquila mientras viaja, perfecto, esa es la idea básica de la economía colaborativa y puede sentirse seguro de que no cometerá ningún acto ilegal ni afectará el estilo de vida de los residentes de la ciudad que visita.  Si por el contrario, prefiere alquilar un apartamento o residencia completa y le parece que, en realidad, su anfitrión no vive en la misma, investiguen el área, las reglamentaciones y al anfitrión antes de decidirse.  No hagan transacciones ni mantengan comunicaciones con éste fuera del servicio utilizado, porque si resulta que las cosas no son como las pintan, no tendrán respaldo en caso de reclamo.  Tener seguridad de que su alojamiento es el adecuado, hará su viaje mucho más placentero.

Organizando un viaje: Alojamiento y transporte.

Photo by KEEM IBARRA on Unsplash

Hay tantas formas de viajar como viajeros existen.  Hay quienes llegan a un lugar y ni hotel tienen reservado (cosa que no recomiendo), pues su idea es ir de aventura;  quienes prefieren estar en un resort todo incluido y no tener ni que pensar qué actividades realizar o quienes preferimos asegurar algunas cosas importantes como alojamiento, traslados desde y hacia el aeropuerto y uno que otro tour y darnos la libertad de improvisar, poco o mucho, durante el desarrollo de la visita.

Considero que, en el tema del alojamiento, no debemos improvisar, pues si no conocemos nuestro destino muy bien, podemos encontrarnos con que los hoteles estén llenos a capacidad por fiestas, convenciones o similares.  Cuando esto ocurre, por lo general, se termina pagando mucho más de lo planeado por el alojamiento porque, obviamente, los sitios más económicos son los primeros en llenarse o, nos toca quedarnos en puntos poco céntricos y añadir costos de transporte que no se habían contemplado.

También hay que considerar cuántas personas viajarán para determinar qué tipo de alojamiento es más conveniente.  Cuando viajo sola o con mi familia, donde todos pasamos de los 50, un hotel céntrico en una calle con fácil acceso a transporte y sitios donde comer, es de rigor.  También procuro que la calle cuente con mucha actividad en las noches, pues a mayor actividad, mayor seguridad.  En el caso de viajar con niños, un área  residencial y más tranquila puede ser preferible para facilitar el control de estos, lo que podría ser complicado si se camina entre una multitud.  Si de grupos se trata, dependiendo de la cantidad de personas, la posibilidad de alquilar un apartamento o compartir habitación en un hostal puede funcionar.  Obviamente, hay que considerar la edad de los viajeros, sus necesidades físicas y sus preferencias de privacidad.

En cuanto al traslado ida y vuelta al aeropuerto, aunque en muchas ciudades hay acceso a transporte público en los mismos, andar con equipaje y sin conocer bien las estaciones de trenes, metro o autobuses puede convertir la llegada en una odisea.  No todas las estaciones cuentan con ascensores o escaleras eléctricas.  Algunas son terminales muy concurridas y si llegamos en horas de alto tráfico, podemos quedar a merced de una marejada humana que nos arrastre con todo y maletas.  Por estas razones, al menos la primera vez, recomiendo contratar algún servicio, ya sea privado o de shuttle o tomar un taxi del aeropuerto al hotel.  Ya de regreso, dependiendo de qué tan cómodos se sientan con el transporte público, pueden usar esa opción.

En cualquiera de los casos, es importante la comunicación entre todos los viajeros y escuchar las inquietudes de cada quien en cuanto a las opciones disponibles para elegir una que sea aceptable, cómoda, satisfactoria y asequible para todos.